LA CREACIÓN EN OCHO CÓMODOS PASOS. JORNADA SEGUNDA

Despertó Yahvé de buen ánimo el segundo día. Pero eso le duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio, con perdón por el anacronismo.

Al ir a bajarse de la cama, vio sus sandalias flotar en tres dedos de agua. 

Se levantó, y comprobó que había agua por todas partes. Aquello era una inundación en toda regla. 

—¡Pues sí que empezamos bien! —se dijo—. La obra recién empezada, y ya tenemos la primera cañería reventada…

»Sin seguro, y sin una compañía suministradora a la que cargarle el mochuelo. En fin, manos a la obra, chico».

Pensó en despertarse para que le echase una mano, pero los ronquidos que salían de la habitación gemela a la suya lo disuadieron. Había prometido avisar cuando hubiese algo visible, y aquello era palabra de él. Ya tendría tajo, ya. En una creación hay tarea para todo el mundo. 

Lo primero era localizar la avería, y repararla. Mientras giraba la inspección, con el agua por los tobillos, se le ocurrieron un par de ideas para poner en práctica algún día: el poder de que las aguas se abriesen ante su presencia, en plan Cecil B. de Mille, o una solución más modesta pero no por ello menos eficaz: la facultad para caminar por la superficie, sin mojarse ni mancharse. «Unas sandalias con suela hinchable… Pues a lo mejor son un éxito, y se venden como rosquillas». 

Pero los efectos especiales o las iniciativas empresariales eran cosa del futuro. Ahora tenía que resolver el embolado si quería seguir creando.

Localizó la avería, un boquete como un puño en una bajante. Con la ayuda de un tutorial en YouTube, hizo una reparación de emergencia —«ya si eso lo mandaré reparar bien cuando haya fontaneros»—, y con fregona, cubo y bayetas se puso a recoger el agua que inundaba los cielos.

Aquello le llevó casi toda la jornada, pero finalmente tenía la queli seca y ordenada.

—La faena es ahí abajo —se contó mientras echaba un vistazo a la tierra, acodado en el alféizar de una ventana—. Como no hay alcantarillado aún está todo perdido de agua. Tendré que hacer algo, pero… 

Reprimió un bostezo de oso, y se dio cuenta de que acababa de activarse el modo noche

—Pero eso será mañana. Buenas noches, mundo. 

Y se fue a dormir. Así acabó la segunda jornada de la creación.

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